Bendito desorden!

Hace unos días mi marido me envió por whatsapp un post de un periodista que escribe un blog en el periódico El Mundo, Pedro Simón y que quería compartir con vosotros porque me ha encantado, me he hecho ferviente seguidora.

Lo transcribo literal:
TU PERFECTO DESORDEN
Te tropiezas con un balón de espuma y encuentras un muñeco bajo el sofá. Giras el grifo del lavabo y descubres que anida un pato de goma. Abres la sandwichera y ahí están, achicharrados, tres cromos del Osasuna.
 
A veces maldigo este caos de casa tumultuosa con niños. Pero sé que algún día maldeciré todo el orden a solas que vendrá después. 
 
Vuestros libros ordenados, pero sin ser abiertos. Vuestras camas hechas, pero frías. Los platos pulcramente recogidos en la alacena, pero sin nadie con quien comer. 
 
Tener hijos y salir a la calle es como llegar a la ceremonia de los Oscar de sobrado con dos estatuillas bajo el brazo, una hora antes de que empiece la entrega de premios: sabes que te los has ganado seguro. 
 
Tener hijos es pisar la acera a las ocho y media con toda la gimnasia hecha: los abdominales del estrés, las flexiones del ‘no se puede’, el pilates del ‘haz lo que debes’, el yoga del ‘aprovecha el tiempo’, los lumbares de la desobediencia y de la sinrazón. En tan solo media hora, mientras te aseas. Así que cuando sales al mundo adulto ya no te acojona nada y todo te preocupa lo justo.
 
Para convención popular, la que montas un domingo lluvioso en casa con los amigos de tus hijos.
 
Para dimisión irrevocable, la que te presentan cada día que les pones verduras.
 
Para exclusiva, la de que el pequeño tiene otra novia y no hace declaraciones.
 
Para ‘share’, la audiencia que os da mamá durante le cena, siempre con un cuento delante.
 
Para traición, la mía, que nunca estoy; la vuestra, que habéis preferido la Play a las chapas.
 
Para problemas laborales, los que me da esa ortografía en huelga y sin servicios mínimos.
 
Para inflación, la de los besos de Martín, que cada vez los vende más caros.
 
Para crisis, la que acontece cuando se acaba el verano.
 
Me lo enseñó una tarde mi abuela, que lo llevaba escrito en un marcapáginas y leía una novela de Capote, eso de que los legados más importantes que los padres y las madres pueden dejarles a sus hijos son dos: uno son las raíces; el otro, las alas.
 
Algún día regresaré a casa tarde a causa del trabajo (o de la falta del mismo). Abriré la puerta del salón y todo estará en orden. Será que habéis volado, vaya. Entonces echaré en falta la felicidad que era este perfecto desorden.


Mi conclusión, yo antes era de tener mi casa recogida, aunque soy un poco desordenada, pero me encantaba tener un look en la casa muy moderno y ahora, ahora me encanta que encaje los muebles gris ceniza con la silla roja de Daniela y el Nenuco y su cocinilla rosa y celeste. Algunas veces he «ladrado» al ver la casa como una leonera y al final he caído en la cuenta, bendito desorden! La casa está decorada por un niño y eso es tan grande … Preocupémonos de cosas realmente importantes!

Y tú, sufres o sufrías por el desorden?

Comments

  1. MARGO says:

    Muy bueno, me ha encantado. Y que razón tiene.
    Yo ya tengo la casa demasiado ordenada.

  2. chipito says:

    Me ha encantado! Yo ya vivo en el continuo desorden jejeje

Cuéntame qué te ha parecido, me encanta leeros. ¡Gracias!